miércoles, 25 de noviembre de 2009

Bielorrusia: La última dictadura europea

Bajo el amparo de su hermano mayor Rusia y con frontera en la “pluscuamperfecta” Unión Europea se encuentra la última dictadura de Europa, un tirano al más puro estilo caribeño. Los destinos de la República de Bielorrusia están comandados desde hace 15 años por un nostálgico de la Unión Soviética con un rostro sin expresión que gana elecciones por sospechosos porcentajes que llegan al 83 %: Alexsandr Lukashenko. Ha sido calificado por occidente como “el último dictador de Europa”.
Pablo Navas
Primeramente hay que señalar que Bielorrusia siempre ha sido un país en la órbita de Moscú. Muy dependiente de sus vecinos ideológica, social , etimológica y económicamente, siempre estuvo disputada por Polonia y Rusia. Estos últimos, o mejor dicho la URSS, fueron los que la conquistaron definitivamente tras la Segunda Guerra Mundial, a pesar de haber sido constituida como República Socialista Soviética de Bielorrusia al acabar la Revolución de 1917.

Se independizó junto con las otras repúblicas soviéticas a comienzos de los años 90 y en ese momento saltó a escena Lukashenko, el hombre que va unido al nombre de Bielorrusia indiscutiblemente. Hizo su primera aparición “estelar” al decir que la política interior de Hitler “no había sido mala” para Alemania. Se ganó la atención de Occidente y desde entonces no le han quitado ojo, a pesar de que en esa frase halagaba al que otrora hubiese sido un enemigo. Era 1995 y acababa de ganar sus primeras elecciones tras los supuestos escándalos de corrupción del anterior y primer presidente de la independizada Bielorrusia, Stanislav Suchskevich.
El neocaudillismo que tan de moda está ahora en Latinoamérica ya lo utilizaba Lukashenko en 1996, cuando convocó un referéndum para ampliar de uno a dos mandatos y cada uno de ellos de cuatro a siete años que ganó con un sospechoso 75%, en unos comicios en los que varios observadores internacionales fueron expulsados del país. En otro referéndum realizado en 2004 debió pensar que catorce años en el poder eran pocos y puso en marcha otra consulta para ampliar su mandato de por vida

Supuestamente el 77% voto fue a favor del sí al mandato indefinido, aunque observadores internacionales denunciaron fraudes y pucherazo, ante la desaparición en la escena pública de opositores a causa del clima de intimidación que ha instaurado el régimen bielorruso y con las numerosas protestas de los bielorrusos en el exilio. El hecho de que 8 de cada 10 empresas en Bielorrusia pertenezcan al Estado hace que la gente tenga miedo a manifestarse, ya que participar en una actividad política puede hacer perder el empleo a la gente por lo que la gran esperanza de la oposición son los jóvenes estudiantes gracias a las becas extranjeras.

Pero lo peor del régimen de Lukashenko son las denuncias de violaciones de derechos humanos contra opositores que “desaparecían sospechosamente”, hechas por organismos internacionales. La libertad de expresión, o la falta de ella, es otro de los asuntos a los que se acusa al régimen bielorruso. Ciertamente hay que decir que la censura bielorrusa es peculiar, ya que se intensifica durante el periodo de elecciones o referéndums. Durante estos procesos desaparecen más periodistas y dejan de publicarse más periódicos que vuelven a salir a la venta tres meses después cuando ya está todo en calma.

El método de ejecución del Estado Bielorruso, el único que mantiene la pena de muerte en Europa, consiste básicamente en el tiro en la nuca. Aunque algunas fuentes señalan que ha habido hasta 400 ejecuciones por parte de Bielorrusia desde su independencia, lo cierto es que Lukashenko ha bajado el número de penas capitales ante las presiones mundiales. El KGB puede sonar a siglas históricas con tufillo soviético, pero en Bielorrusia todavía existe. Adaptado, eso sí, a los nuevos tiempos, ya que los activistas homosexuales son perseguidos, según denuncias varios portales bielorrusos de apoyo al colectivo.

Pero hay motivo para la esperanza en Bielorrusia. Los principales entes de observadores internacionales todavía no consideran democráticas los comicios bielorrusos, pero han notado avances. Algún gesto amable de Lukashenko hacia Europa así como un cambio de estrategia de Bruselas son otros motivos. Parece ser que tras la guerra de Georgia de 2008 la UE quiere establecer diálogo con Minsk tras comprobar que el aislamiento no es solución a una solución que lleva así más de una década, aunque Lukashenko tendrá que hacer más gestos a favor de los derechos humanos.

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