Pablo Navas - Madrid
La brutal represión del ejército guineano hace apenas dos semanas contra manifestantes de la opinión deja patente que la situación, lejos de mejorar, cada día va a peor. Hasta 160 muertos a manos de los militares por protestar contra la candidatura del presidente Moussa Dadis Camara, que lidera la junta militar que protagonizó el golpe de estado el pasado mes de diciembre. El capitán Camara prometió en su día otorgar el poder a los civiles pero su cambio de opinión dirigido a querer ser el nuevo Camara que dirija los designios de su nación ha provocado la disconformidad de la oposición, materializándose dicha disconformidad con manifestaciones en los barrios populares de Conakry, capital del país.
El actual presidente Moussa Dadis Camara
Varios representantes de la oposición reclaman la investigación de los hechos y una comisión de investigación que depure las responsabilidades por las muertes y por violaciones a mujeres en el Tribunal Penal Internacional por parte de militares. Alpha Conte, un destacado miembro de la oposición señala que la única solución pasa por renuncia de Camara, al cual consideran culpable de la matanza. Otros políticos opositores, Cellou Dalein Diallo y Sidya Touré, resultaron heridos y estuvieron varias horas detenidos mientras militares leales al presidente saqueaban sus casas. Ambos coincidieron en las intenciones de la junta militar de eliminar a la oposición y Diallo denunció las violaciones a mujeres.
Camara, siguiendo el modus operandi de los dictadores golpistas, no tardó en declarar a una radio de su vecino país Senegal que la culpa fue de los líderes opositores por agitar los ánimos y que declinaba cualquier responsabilidad por el derramamiento de sangre. El líder golpista basa estas palabras en la prohibición de la manifestación por parte del Ministerio del Interior.
La oposición por su parte dice que la manifestación fue causa de su absoluto rechazo a la candidatura de Camara a las próximas elecciones de enero, ya que según ellos si se presenta no habrá transparencia en dichos comicios. La imposición de la candidatura de Camara también es la causa de la matanza para la organización Encuentro Africano para la Defensa de los Derechos Humanos (RADDHO). La Unión Africana mostró su absoluto rechazo a la actuación militar denunciando violaciones de los derechos humanos así como anunciando sanciones a Guinea Conakry. Francia, su antigua metrópoli, condenó también rotundamente los hechos y Estados Unidos declaró su “preocupación” por la crisis política que vive el país.
Pero para entender todos estos sucesos hay que recordar el germen de lo que está sucediendo hoy en día en Guinea Conakry. Se independizaron de Francia en 1958. A pesar de que su sistema político fue concebido como una democracia parlamentaria y revolucionaria, con dos mandatos como máximo de siete años cada uno, aunque no sería puesta en práctica hasta los años 90. Ahmed Touré fue su primer y único presidente hasta su muerte en 1984, cuando Lansana Conté protagonizó un golpe de estado y se mantuvo 24 años en el poder, ganando elecciones en 1993, 1998 y 2003, siempre con el fantasma del pucherazo presente, tan habitual en este continente.
Lansana Conté
En 2001 Conté realizó una reforma constitucional que le permitía presentarse como candidato indefinidamente a las elecciones, una fórmula muy presente hoy en día en países de Latinoamérica. A la muerte de Conté el pasado mes de diciembre un grupo de militares liderados por Camara tomaron el poder ante “la incapacidad de las instituciones estatales de resolver los problemas del país” y prometiendo ceder paulatinamente el poder a los civiles.
Por si fuera poco, grupos narcotraficantes quieren expulsar a los militares del poder para convertir al país en un nuevo narco-estado, como Guinea-Bissau, ya que se trata de un punto clave a la hora de surtir de droga a Europa. El resto ya lo sabemos.
Llegados a este punto nos preguntamos ¿Qué pasa en África? ¿Por qué la democracia no termina de asentarse? ¿Están preparados? El expresidente de la república de Francia Jacques Chirac dijo en su día que África no era lo suficientemente madura como para tener democracias. Mirando el mapa político del continente podemos observar como el caudillismo se extiende de norte a sur y de este a oeste, tanto las excolonias francesas e inglesas como las belgas, portuguesas, italianas o españolas.
Muhamar Gaddafi gobierna Libia con mano de hierro desde 1969. En Guinea Ecuatorial el gobierno de Teodoro Obiang ha sido acusado de violar los derechos humanos ante la pasividad del mundo, especialmente España, antigua metrópoli, que hace oídos sordos a lo que pasa allí. En Zimbabue Robert Mugabe lleva en el poder desde 1981 con sus continuos pucherazos y actualmente solo es reconocido por Gabón, Rusia, el gobierno comunista de China y la Venezuela de Chávez.
Por su parte, la situación de Somalia es la más alarmante, con un territorio que no tiene estado desde 1991 y que está asolado por una interminable guerra civil no declarada. Con decir que muchos añoran al dictador Mohamed Barre es suficiente para hacerse una idea de la situación de Somalia. Y el actual conflicto con los piratas en el Índico no es más que una consecuencia de ésto.
No obstante hay que hacer una pequeña diferenciación entre las naciones africanas antiguas colonias de Francia y de Gran Bretaña. Las francesas se independizaron con gobernantes colocados a dedo por Francia y que representan intereses externos, generalmente empresariales, mientras que Gran Bretaña no elegía los presidentes de sus colonias. Sin embargo hoy en día poco se diferencia el Zimbabue de Mugabe con la Guinea Conakry de Camara o del fallecido Conté. En los últimos años e incluso meses se han producido en África capítulos golpistas que ayudan la opinión de Chirac.
Aparte de Guinea-Conakry tenemos los casos de Mauritania o Madagascar, con sendos golpes de estado, el episodio de Guinea-Bissau, con el asesinato de su presidente, así como la casi permanente situación de la República Democrática del Congo (antiguo Zaire).
Más preguntas ¿Por qué un golpe de estado en Honduras tiene más repercusión y cuenta con más tiempo en los informativos que uno en África? Aunque esto no debería importar, quiero pensar que es por nuestros lazos culturales, por pertenecer al viejo Imperio Español y por preocupación por lo que pasa con nuestros hermanos latinoamericanos. Esta teoría queda bastante desmontada cuando le preguntas al españolito medio quien es Zelaya y quien es Obiang. Uno es ya más famoso que Bisbal y al otro solo lo conocen Fraga y cuatro gatos más. Es otro día en Madrileños por el mundo tocaba Honduras y me daba la impresión de que aquello parecía Disneylandia comparado con, por ejemplo, Conakry o Harare.
Viendo como está el asunto en un continente que está a tan solo media hora en ferry de nuestro país, uno casi tiende a considerarse afortunado con nuestros “insignes” gobernantes. Sin embargo no podemos sino desearle lo mejor a todas las naciones, a sus habitantes, del continente olvidado y más injustamente tratado tanto por sus caudillos de gatillo fácil como por nuestra pasividad.
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